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Mostrando entradas de diciembre, 2014

J.J.E.

al acariciarnos el uno al otro nos reapropiamos de algo. turbulencia. el caos de mis entrañas con la luz de las palmas de tus manos danza como de una piscina en la mañana y me hace tenerle menos miedo. turbulencia no es fuerza es fluido. somos quantum en nuestros anhelos de silencio de ausencia de soledad de compañía. el mundo es un puño gigante que dice palabras mientras se agita. amamos amar. amamos estar vivos para amar. el amor es turbulencia. al acariciarnos el uno al otro el mundo estalla y somos sanados.  * he llorado con dos telecomedias, un anuncio de coches, la mitad de las películas que he visto, el final de cada libro que he leído, montones de poemas, algo que mi madre dijo, y contigo tocando mi mano como si nunca se hubiera acabado. he entrado en mi interior y he caído afuera de nuevo. he descubierto el vasto espacio entre lo incompleto y lo completo. allí he construído casas en la

Me duelen los huesos de esperarte

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 Devorar un libro como caníbal enrabietada.  Que pasen las horas, que corran los miedos por la frente y se caigan por la sien.  Suicidio aplaudido.  Dejad respirar a la bestia. Dejadle mirar.  Que toque suelo y sienta la gravedad. Las ganas de estar. De quedarse.  Sentarme a morder naranjas.  Hacer montañas y saltarlas.  Llegar a ti. O llegar arriba.  Y parar.  Que cuente.  Arrancarte el diablo de las tripas.  Reventarle la cabeza con un guijarro.  Paladear la victoria. La maldad necesaria.  La sangre. La última violencia.  Enfrentarte al papel (en blanco)  Y rezar: ... Me duelen los huesos de esperarte... ... Me duelen los huesos de esperarte... ... Me duelen los huesos de esperarte...  ...Me duelen...

El cielo se rompe

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 Es sólo que a veces el calendario rasca.  Pongo música a todo trapo para ventilar el alma y calmar la fiera.  Sudando a 130 pulsaciones por minuto.  Y llueve a la derecha del salón.  Llueve frío y llueve fuerte.  Ejército de hormigas rabiosas.  Venganza sin horizonte.  Espejos transgénicos.  Parto de orgasmos: grillos caníbales.  Búnkeres como cabinas de teléfonos comunicando.  Cables rotos. Palabras en la recámara.  Vientos que azotan árboles y rutinas.  Y cuando el mundo me cierra la garganta.  El cielo se rompe y...

Trenes. Camas sin hacer. Vientos. Silencios que pinchan.

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 Miedos disfrazados de futuros en avión o en soledad.  Finales sin tiempo. Sin limar.  Heridas que cicatrizan dentro del armario.  Con polilla. Con pus. Con carcoma.  Olor a viejo. A ayeres. A no quiero.  Temblor de manos con uñas sucias.  Almuerzo robado.

Seguir jugando a ser el bicho

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I Fuimos niñas que no sabían ser niñas. Tal vez por eso luego. II Fuimos niñas que no sabían no podían no querían. Jugábamos a deformarnos. A ser el bicho. Arrastrábamos el uniforme por las paredes recién encaladas, las palmas, las mejillas por las paredes recién encaladas, como lagartos, para volver a la fila ropas blancas, manos blancas, caras blancas, para escucharlas escupir mira, es el bicho, mira. Las niñas niñas nos miraban de reojo. Que no te roce, que no te toque. Que no te contagie. III Las niñas eran hermosas. Aunque no lo fueran. Nosotras nos mordíamos la boca para provocar la llaga, nos abríamos las rodillas y después arrancábamos la costra, mostrábamos el hueso a las niñas. Las obligábamos a mirar. Nunca quisimos la cura. IV Las niñas eran niña pudor mujer silencio. Nosotras olfateábamos el proceso de descomposición de las sangres nuevas, limpias. Por qué el cambio, por qué los labios cerrados. Nos frotábamos la adolescencia co

Fuegos.

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No sé mil cosas y mil cosas que no sé que sé más las que olvido a diario. Sólo unas pocas se salvan: que el dolor y yo no cabemos en el mismo cuarto mucho tiempo; que sin mar, me ahogo; que ningún error es tan grave como a menudo teme la voluntad; que el tiempo siempre enseña y las heridas no siempre ayudan; que jugar es importante; que saltar charcos es gritarle al mundo y rebelarse contra los muros y los fondos, sobre todo, los irreversibles; que los besos curan hasta lo que no es; y los abrazos deshacen miedos escurridizos; que soy un animal salvaje o no soy; que me arde el corazón sólo de quererte, y que no es malo; que todos los fuegos calientan pero quemar está fuera de mi falda; y que hay fuegos que ocupan espacios y tiempos. Vidas, a veces.