la mujer que re-inventó Montauk

Alejandro vive en el 5ºA. Vive con Blanca. Una mujer guapa como cualquiera e inteligente como no tantas a la que  Alejandro  no quiere. Y no es porque Blanca no sueñe con arrastrar a un hombre al altar y tener prole para sentir que su mund o merece la pena (un poco sí)  y tampoco porque no pase horas peinándose frente al espejo (un poco también) Es porque  Alejandro  no sabe querer. Hay hombres así. (Mujeres también, supongo) Alejandro se enamoró y salió mal. Y no lo asume. Es como cuando intentas meter un sofá en el ascensor y no cabe. Y le das una vuelta y otra y otra y nada. Y acabas aceptando con el entrecejo arrugado que te toca usar las escaleras. Alejandro no.  Alejandro parte el sofá con una motosierra con tal de que quepa.  Aunque luego ya no sirva. Aunque sea estúpido. Le dice a Blanca que no la quiere, pero que está a gusto  (igual a las otras les dice lo mismo) A Alejandro le gusta que lo quieran. Ni mucho ni poco. Lo normal.  O no normal, pero sano. Y repartir su

 Ezequiel me contó que acababa de ver una película con Kate Winslet. A él la Winslet lo pone fuera de sí. Dice que es lo más hermosa que puede ser una mujer corriente. O lo más flaca que puede ser una gorda.  La Winslet tiene un amante que es eyaculador precoz y después de un polvo le recrimina: It's not about you!  Algo así como: ¡No se trata sólo de ti!  El principio, me dijo, le había parecido una buena frase. Pero después se había dado cuenta de que era mentira. Una demagogia pseudofeminista, dijo. Yo me puse en guardia, traté de contradecirlo, pero él siguió hablando sin inmutarse. Dijo que el problema de un eyaculador precoz  es exactamente al contrario. Que el pobre es incapaz de disfrutar. Que ni siquiera sabe cómo. Que de lo que se trata es de aprender a mejorar el placer propio. De hacerlo más complejo. Que sólo así los hombres pueden hacer gozar también a las mujeres. "Hace falta ser buenos en la cama por puro egoísmo. Un egoísmo útil". Eso me dijo. "Y

 Con los viajes pasa al revés que con los chicles. Al principio no esperas nada. Y siempre encuentras algo. (A. Neuman) 

 No se trata de lo que puedas ofrecerme.  No estamos en un mercado.  Te quiero.  Es algo que no compartimos.  (te) Encajo.  Y no hay nada mejor que hacer.  Suena triste.  Y quizá lo sea. Sobre todo para mí.  Así que no me exijas demasiado.

 Tengo que investigarlo,  pero sospecho que los dibujos de las baldosas de mi habitación se cambian de sitio por la noche para volverme loca.

 "Con él tengo unos orgasmos que me estiran los límites de la vida.  Como si la vida fuese un músculo vaginal"

 "No puedo desviar los ojos de tus tetas ni de tu dignidad"

 Desde aquí veo las cosas muy pequeñitas y siento alivio. El alivio que da la distancia. Algo del tamaño de un pulgar no puede dar miedo.   No puede doler.

 Beso demasiado. (Y) se me enfadan los pezones.  Quieres que te masturbe con los pies.  Con las medias puestas.  Creo que voy a vomitar.  Puedo ponerme una peluca.  Una con flequillo y hacerme fotos desnuda dentro del armario.  O dibujar pollas pequeñitas en el margen de la libreta.  Puedo tocar el piano en bragas. Tu canción favorita.  Puedo regalarte un final feliz. O un puñetazo.

 Y si... Y si... Y si... Y si... Y si...??  Tengo una cola llena de condicionales y ninguno da un paso al frente.

 Mi hijo dice que eres como un huevo kinder:   nunca sabes qué sorpresa te vas a encontrar hoy.

 Recuerdo que al principio, cuando éramos muy jóvenes, Mario me intimidaba. Su robustez. Su armonía. Jamás había tenido enfrente un desnudo tan bello. Pero, en la cama, no lograba entregarme del todo. No encontraba el desorden. Era como abrazarme al cofre del tesoro y ser incapaz de abrirlo. Yo tenía la esperanza de que, viviendo juntos, mis sensaciones mejorarían.  Y mejoraron, aunque no demasiado.  Ahora pienso que, como su físico me parecía más admirable que el mío, en el fondo nunca dejé de escabullirme, seleccionar mis perfiles, posar en parte.  Con Ezequiel me doy permiso para ser común. Vulgar. Fea. Excitantemente fea. (A. Neuman)

 "Cuando despertó, el dinosauro todavía estaba allí" (A. Monterroso)  El cuento más corto el mundo me ha parecido siempre de un tonto subido (que diría mi madre... a la que quiero mucho... casi siempre)  El caso es que este cuento no dice casi nada. No cuenta lo importante, lo que interesa:  ¿Por qué despertó?  ¿un vecino gitano se puso a tocar el cajón y a cantar algo más cercano a la burla que a la bulería?  es más, ¿por qué estaba durmiendo?  ¿sufría de narcolepsia? ¿había estando bebiendo hasta caer rendido para olvidar a una rubia?  ¿despertó con pene? ¿era grande? (el pene, digo)  ¿de qué estaba hecho? ¿era de juguete (como yo lo imagino siempre)?  ¿y dónde es allí? ¿en México? ¿sentado en el váter?